El porqué del taller
La palabra es un acto cardinal de la existencia. A través de ella somos, nos vinculamos, creamos, fundamos memoria y dejamos la impronta del paso vital de nuestros días.
Para las mujeres la palabra es tejido multicolor, es la forma de vincular su mundo interior con el universo, es identidad, es puñal y es beso. Pero la palabra en la mujer ha sido acallada, socialmente, casi que condenada, pues desde sus estructuras más íntimas así se ha concebido.
Y estos dictámenes se han ido nutriendo con un amplio repertorio de refranes que son sentencias en contra de la palabra de las mujeres y ejemplifican el arquetipo femenino insustancial y frívolo:
“Croar de ranas y hablar de damas, ruidos sin sustancia”
Sin embargo, allí han estado las voces de las mujeres construyendo desde la intimidad, pero también desde las plazas; cortando la respiración; en ambos ámbitos resistiendo, siendo sombras que toman cuerpo para gritar su presencia, sin importar que sean confinadas, invisibilidades, desaparecidas de la historia de la humanidad.