Mi casa es la escritura
casa de cien puertas y ventanas
que se cierran y se abren alternadamente
Cuando pierdo una llave
encuentro otra
cuando se cierra una ventana
violo una puerta
Al fin
puta piadosa
como todas las putas
la escritura se abre de piernas
me acoge me recibe
me arropa me envuelve
me seduce me protege
madre omnipresente.
Voz…eso es habitacion para escribir. Un lugar donde entre todas nos criamos y criamos con cariño nuestra palabra, asi es como emerge esa voz que tuvimos por tanto tiempo acallada.
Florecer, eso es tambien una habitacion para escribir. Cada una se descubre a traves de un poderoso viaje interior acompañado siempre de manera entrañable por Vera Carvajal, una gran maestra del camino.Siempre habitada.
Casa Habitada es un espacio, de encuentro no sólo con una misma sino también con otros seres, otras mujeres, donde nos recogemos y curamos entre todas, nos contamos y nos damos cuenta que no estamos solas en el sentir o en el pensar y muchas veces adolesciendo de lo mismo, nos acompañamos a través de la palabra, de un acto de sublimación que es la escritura, aprendiendo no sólo de la técnica para escribir un buen texto, sino de la transparencia y honestidad que necesita cualquier autora para escribir desde su vientre con la veracidad que deja de pie cualquier historia.
¡Tenía tantas cosas por decir! Las palabras se me acumulaban en los bolsillos, me ardía el pecho y me hacían el camino más pesado, pero yo seguía negándome a darles luz, creyendo que solo me pertenecían a mí y que por ende, solo yo debía hacerme cargo de ellas.
Era un silencio ensordecedor, pero hacía parte de mi rutina en los últimos años, acumular gritos silentes era ya una especialidad. Hasta que un día abrí Facebook y vi la publicación de la clase abierta para el taller de escritura femenina, el corazón saltó de inmediato y supe que debía estar allí.Cuando atravese la pequeña puerta y vi a Vera Carvajal, tan grande, luminosa y dulce, entendí que estaba en el lugar correcto.
De su mano entendí por fin, que aquello que creía solo mío era un cordón umbilical que comunicaba a muchas otras mujeres. Vacié los bolsillos, el pecho dejó de arder y desde ahí cada vez que quiero gritar, empuño lápiz y papel, sin importar día ni hora y me libero.
Este taller me dio la mano para volver a encontrar la magia en la palabra, me reconcilió con un ser muy amado que partió hace muchos años y empecé a convencerme de que las almas generosas y llenas de poder como las de Vera y su indiscutible talento con la palabra hablada, escrita y sentida, son ambrosía en un mundo que muere de hambre. Gratitud por siempre y larga vida a esta iniciativa.
Lo primero que llamó mi atención cuando supe acerca del taller Una habitación para escribir de Vera Carvajal era que fuera dictado por una mujer. Esa fue la primera luz de este trasegar juntas. El día de la presentación nos reunimos cerca de treinta mujeres que, muy atentas, escuchábamos la que iba a ser la primera estación de un viaje en juntanza femenina magnífica. Vera me deslumbró con su propuesta, con su modo de concebir un espacio para darle cabida a lo que nos urgía contar desde las entrañas.
A Vera también le debo mi renacer en la escritura que había apagado durante tantos años. Ella me devolvió la confianza, sacó mi voz y me dijo: “¿Qué estás esperando?”.
El trabajo colectivo nos ha llevado lejos y celebro que por los ojos prístinos de Vera hayamos pasado ya tantas mujeres, que su alma nos haya tocado y que sigamos, estación tras estación, construyendo una red de sororidad tan necesaria, tan humana.
Habitación 1 fue la posibilidad de creación de un espacio dentro de mi misma de reconocimientos, detalles, habilidades, recuerdos, descubrimientos y afuera, como la designación de un lugar físico que le da salida a lo que se concibe adentro. Sin embargo lo más SIGNIFICATIVO fue la oportunidad de tener una mirada dentro de las “habitaciones” de las otras mujeres que generosamente compartieron su ser, su tiempo, su sabiduría y sus bellas historias.
Una habitación para escribir es un espacio de libertad, calidez y aprendizaje. Este es un taller para ser, disfrutar y expresarse ampliamente sin temor a ser inadecuada, sin miedo de ser inapropiada, sin posibilidad de que lo que se tenga por contar no sea definitivamente valioso. Cada quien tiene una forma única e invaluable de contar lo que necesita ser contado y en esta propuesta tiene una puerta abierta y el apoyo constante, humano, honesto y comprometido de una escritora tan sensata y sensible como es Vera Carvajal.
Este taller es, sobre todas las cosas, una experiencia reveladora y diferente a muchos espacios académicos y de formación. Acá se empieza por lo fundamental: por el sentido, por el deseo, por lo que ya palpita dentro y no por la posición del que no sabe (que normalmente pesa en el aprendiz y es tan común en los rezagos de la vieja e inadecuada educación). Ser alumna de este taller es conectarse con la riqueza con la que ya se viene y desde ahí, surgir. A diferencia de muchos espacios de formación en los que el maestro se sitúa como superior y los alumnos como los seguidores de ese sabio, Vera logra generar una metodología en la que no es necesario venir con previos logros en escritura literaria ni con altas calificaciones académicas. Justamente, se abre un lugar para quien quiere, anhela y vibra con la escritura y tiene derecho a aprender desde el nivel de habilidad en el que esté.
Como docente universitaria, puedo ver lo atinado de la aproximación pedagógica de este taller al proceso de aprendizaje, de tal forma que logra realmente construir una experiencia de aprendizaje significativo en la que el potencial de cada asistente realmente evoluciona.
Siempre gracias, Vera, por crear esta experiencia tan sólida y enriquecedora; tan movilizadora y tan potente; tan necesaria en un mundo donde tantos hemos temido no tener el derecho de crear y expresar, de ser voz protagonista y voz en alto. Volvería a hacer este taller mil veces, sin dudarlo.
Habitacion 1, ha sido un medio para encontrarme y reconcilirme conmigo misma, con la esencia de mujer que el día a día procura desvanecer, a través de la magia de Vera, de cada invitada y de las historias de cada compañera he podido tejer y plasmar en la hoja mi verdad, mi historia, que finalmente ha de ser la excusa para que mis hijos entiendan el porque un monstruo en menos de un segundo puede ser el más dulce angel.
Ha sido maravilloso conocer a Vera y poder compartir en Casa Habitada con mujeres valientes y decididas; sin duda alguna, es un espacio para conectarse con lo humano del ser.
Quiero empezar esta nota agradeciendo a Vera Carvajal el impulso que me dio para llegar a Una Habitación para Escribir en el año 2017, un espacio maravilloso que significó para mí el despertar de un sueño que estaba en mí hacía mucho tiempo. Siempre en mente aspiraba a tener el valor de enfrentarme a una página en blanco y lograr llenarla juntando una a una las letras del abecedario con las ideas que me revoloteaban permanentemente buscando ser plasmadas en el papel. Puedo decir que en Una Habitación para Escribir encontré herramientas para registrar esas ideas sin miedo, un inicio que me ha permitido seguir estudiando métodos de escritura. En este espacio también he encontrado amor, luz, amistad, comprensión por parte de mis compañeras del taller y claro está por parte de mi profesora Vera Carvajal que con su cariño me ha guiado. Con gran alegría espero cada jueves de clase donde compartimos historias que me inspiran y me enseñan mucho. Gracias mil a todas.
Al llegar a un espacio como Casa Habitada, encuentro entre las voces y ecos femeninos de la narrativa y la escritura hecha por mujeres. Una forma de sentir y ver el mundo que nos incluye a todas y todos. Es así, que entre el rehacer de los diálogos cotidianos y compartir la palabra, me acerco al acto creativo de escribir y disentir de la realidad como una posibilidad de reinventar el mundo.
Gracias, Vera por tener la disposición de acoger y compartir con quienes tenemos algo que expresar…Y para todas y todos las puertas de la casa están abiertas.
Habitación para escribir no es una habitación, es la puerta abierta a un universo infinito, a un espejo de historias, sororidad y profundas complicidades que – a veces explícitas, y otras tantas descubiertas en el lenguaje de la mirada -, llenan el alma y la pluma de esperanza y valentía. Este espacio, de la mano de Vera que se escribe con “V” de “verdad”, me hizo encontrar conmigo misma, con mis sueños y también con mis temores profundos, siempre acompañada de guardianas de los secretos y el amor, que alrededor de la mesa, nos estrechamos las manos y los corazones. Así, la tentación de escribir se hizo real, y la transité con grandes maestras que aunque ya no están presentes en este plano, se inmortalizaron en sus letras y nos abrieron el camino.
Un espacio para aprender, para escribir, para encontrar tu verdadera esencia, gracias, estoy lista para continuar con el siguiente taller.
Era académica, cuadriculada, y fastidiosa. Aprendí a competir en mis primeros talleres de escritura, y obviamente perdía siempre. Es lo que pasa cuando se escribe con la cabeza y no con el ombligo, las tripas, o los riñones. La necesidad de sobresalir pone al autor por encima de la obra y vuelve hostil los espacios creativos. Mi primer contacto con “Una habitación para escribir” fue a través de una imagen de Virginia Woolf que circulaba en internet. Ya que soy una loca en patineta pagué sin preguntar. (Recuerdenme seguir mis impulsos más a menudo). En la primera clase me sentí rara, incómoda, pensé que nunca me acostumbraría a hablar tanto. Lo que aprendí de Vera Carvajal fue que la escritura que no sale de los intestinos está muerta, es tierra estéril. Escribir no es combinar palabras según las normas de estilo. El propósito del arte es comunicar, no impresionar. Gracias a Vera por ayudarme a rescatar las palabras que había dejado abandonadas por tantos años, atrapadas en la rigidez. Vera Carvajal es un rayo que me partió en dos la cabeza y me transformó en otra mujer, en una que si se atreve. Ya no me importa si me convierto o no en escritora, pero se que siempre voy a escribir. Gracias Vera, te lo debo.
Habitación para escribir fue un espacio que me conectó con mi propia voz, me hizo escuchar lo qué hay adentro, lo que había silenciado durante tantos años. Lo recomiendo incluso como una terapia, te permite repensar lo que eres como mujer, como sujeto social y todo ello gracias a la construcción propia desde la escritura, en resumidas palabras: es un volver a ti con amor, desde un profundo respeto por las percepciones y vida de mujeres inspiradoras.
Para mi Habitación 1, fue más que aprender a escribir, aprender a leerme, legitimar en la intimidad de la habitación que construimos entre las oficiantes de la palabra, que está bien perderse y también aprender entre varias mujeres a encontrarnos
Encontré en la escritura y en los espacios de mujeres, una asombrosa fuente de poder para seguir construyendome, como se construyen las grandes historias palabra, por palabra.
Mi paso por uno de los Talleres “Una habitación para escribir”, con Vera Carvajal, fue bastante importante y enriquecedor, tanto para la literatura como para el pensamiento. Es como cuando uno viaja a otro territorio y se encuentra con otra gente que ama hacer lo que uno hace y está por un tiempo donde una está a gusto. Cuando se termina, es necesario esperar para “reponerse” y escribir, más allá de las notas literarias, los borradores de las memorias. Así es una vivencia importante.
Fiorella Goeta
Habitacion para Escribir: Es complicidad, encuentro conmigo, con mis ancestras, es convertir el ocio en un aliado para crecer, es sacarle provecho a opiniones oscuras. Es viajar con metas establecidas y no parar hasta conseguirlas. Vera, maestra, enseñas cómo lo complicado se vuelve fácil.
El hecho de que Habitación me encontrara, significó para mi un renacer en la escritura, un farol que volvió a alumbrar el camino que estaba olvidando. Por eso Habitación para Escribir es en mi vida la amiga, madre y compañera que me recuerda cada día qué es construir desde la palabra, además de poner en mi andar mujeres maravillosas, porque cada que pienso en una a una, me siento orgullosa de ser su amiga. Gracias Vera por tanto, gracias a todas por tanto.
¡Una habitación para escribir ha sido tan fascinante para mí! Vera es una mujer extraordinaria, de esas personas que logran sacar lo mejor de quienes la rodean o al menos de mi. Con el taller volví a leer, volví a escribir, pude ver mi capacidad de crear convertida en una realidad. Llenaría muchas páginas hablando de lo que aprendí, pero definitivamente cambié la forma de ver a la mujer, siempre estaré en deuda con Vera, con mis compañeras y con Una habitación para escribir.
Una habitación para escribir me ha hecho más consciente de las palabras que se tejen y narran la vida… ¡Gracias infinitas, Vera!
Estar en Una Habitacion para Escribir… Fue un bálsamo de amor y sabiduria compartida entre mujeres como una SanAccion para la herida que venia LabOrando, para sellarla con puro oro. ¡Fue el comienzo de reescribir mi propia historia, reconociendo y atesorando lo que soy! Inmensa gratitud a Vera y a la manada por su contención.
Para mí Una habitacion para escribir ha significado muchas cosas increibles, despues de buscar en muchos talleres de escritura sin terminar de sentirme bien en ninguno, llegué por una diosidencia a las manos de Vera Carvajal.
En este maravilloso taller pude, además de encontrar un espacio lleno de amor, sentirme en un lugar con mucha fuerza y energia al que fuímos llegando distintas mujeres conectadas por ese amor a las letras, esa pasión por escribir, leer… es algo que solo podemos entender quienes vibramos con este arte. Nos dedicamos a conocer la vida de diferentes mujeres escritoras y a empoderarnos en nuestro rol de aprendíces y fuimos encontrando la fuerza para no encerrar en nosotras mismas lo que guardamos en nuestro corazón; poder coger papel y lapiz o un portatil y “escribir” para luego compartir con cada una de estas mujeres nuestras historias e ir formando un vínculo que va más allá del mero compañerismo.
¡Que cada vez seamos más las mujeres comprometidas con ponerle voz a tantas historias que mueren antes de ser contadas! ¡Que nuestra imaginación vuele tan alto como nuestros sueños y nuestras manos no se cansen nunca de escribir!
ERASE UNA VEZ…
…una niña muy hambrienta, muy comelona, muy antojadiza, que un día su sicoterapeuta la mandó a las calles de papel a buscar como saciar sus hambres, de pronto vio un castillo adornado con un pequeño principito, y se dijo aquí va a ser el restaurante de letras que mi sicoterapeuta me recomendó…y venciendo sus temores y miedos entró…hummmm esto parece bueno, huele bien, percibo el olor del papel, la brisa de las letras, la textura de los lápices, creo que aquí podre saciarme… siguió explorando el sitio hasta que oh…. que veo un cartel que dice: “una habitación para escribir” taller de escritura creativa femenina y ese fue…allí encontró todo un menú propio para una hambrienta, comelona y antojadiza niña, y para abreviar el cuento, la niña cada vez está más lejos del diván de su sicoterapeuta, además gasta menos, y además tiene postre de veras, catalinas, lilas, julianas, nathalies, gabrielas, doras, noras, tías, carols, y dos gatos que ronronean mientras come…
Mi casa es la escritura
sus salones sus rellanos
sus altillos sus puertas que se abren a otras puertas
sus pasillos que conducen a recámaras
llenas de espejos
donde yacer
con la única compañía que no falla
Las palabras.
Mi casa es la escritura, 2006.
Cristina Peri Rossi
